lunes, 14 de abril de 2008

El testamento de la Condesa

La noticia me produjo tal espanto, que quede anonadado sin poder articular palabra. Cuando salí del trance le pedí desesperado a Ameli que me llevara a la casa de Maria Elena. El me empujó dentro de la casa, me hizo tomar asiento y me explicó que todas las poderosas autoridades del Club, junto con jueces y policias amigos estaban tratando de que no trascendiera por el momento la noticia, hasta que pudieran confirmar que el deceso fue por un síncope. Y que habia que preservar mi imagen, ya que cuando la prensa supiera la novedad, y teniendo en cuenta la escena del día anterior en el Club, iban a tratar de entrevistarse conmigo todos los medios,ya que era conocida mi estrecha relacion con la condesa.

De modo que habian resuelto mantenerme por unos dias alejado de todo contacto con la gente. Iba a permanecer en su casa, sin mostrarme por las ventanas, el telefono habia sido cortado y él me iba a mantener informado de lo que sucediera.

Aunque me sentia en parte culpable por lo sucedido, y no podía permanecer quieto en ningun sitio, pese al apoyo de mi amigo, quien insistía que era un accidente, y que la condesa padecia con cierta frecuencia esas fuertes depresiones, que la habían llevado ya anteriormente a tratar de quitarse la vida cortándose las venas, lo que pudo ser evitado en esas oportunidades por la gente cercana a ella.

No pude aceptar esas argumentaciones y conseguí tener la paz necesaria para poder asimilar lo acontecido. Pasaron varios días de locura febril, en tanto Ameli-Nicolini trataba por todos los medios de calmarme, ponía la música que sabía me gustaba, por la noche me leía pasajes de novelas de Alberto Moravia, el autor de moda por aquel entonces, me traía la correspondencia que llegaba a mi domicilio, ya que ya se habia conocido la noticia, y por fortuna todo había salido como lo planearon, inclusive, inmediatamente se cremó el cuerpo, ya que la condesa habia dejado instrucciones en ese aspecto, anticipando quizá lo sucedido.

El Rey, enterado, propuso velar el cuerpo en el palacio real junto con grandes honras funebres, más muy cortesmente pudo ser disuadido por los que estaban enterados de la realidad y quienes fueron a llevarle la triste noticia, finalmente accedió, ya que su autoridad se encontraba muy disminuida junto a la nobleza que observaba atemorizada y con recelo, la creciente autoridad de Benito Mussolini.

Me llegaban condolencias de todos mis compañeros de equipo, una muy acongojada de Yeppeto, que era el mas depositario de mis confidencias con relación a mi amistad con Maria Elena. Inclusive una cariñosa esquela de las hermanitas de Anacapri, donde me ofrecían su casa para pasar el trance con tranquilidad,sin que me molestaran.

Yo no tenía paz, ya todos los periodistas estaban rondando por todos lados tratando de encontrarme, hasta habían montado una guardia permanente en la puerta de donde me encontraba, pero el personal de Ameli-Nicolini, muy fiel y ya alertados, no dejaban filtrar nada que pudiera hacer sospechar que me encontraba en ese lugar. Pasaron varios días, hasta que yo comprendí que mi unica salvación iba a ser reintegrarme al equipo y continuar entrenando y seguir con los partidos programados, ya que eso quiza serviría para calmar mi desolación. Lo hice saber a Ameli-Nicolini, quien se mostró muy complacido y me hizo saber que en el Club tambien se me aguardaba, y que se tomarían todos los recaudos para evitar fuera molestado...

El día que ingrese a los vestuarios, todos mis compañeros me saludaron afectuosamente, sin realizar ningún comentario sobre lo sucedido; solamente cuando pudimos vernos a solas, me estreche en un profundo y sentido abrazo con Yeppeto. Continuó mi rutina, aunque sin poder quitar de mi mente lo acontecido, pero quizá para tener mi cuerpo cada vez mas exigido, los entrenamientos fueron cada vez mas fuertes, lo que motivaba un gran cansancio y asi podía dormir un poco mas sereno.

Pasaron los días y me llegó una notificacion del estudio de los abogados de la condesa, citándome a una reunion. Lo consulté con Ameli-Nicolini, expresándole, que no me sentía con ganas de acudir, él me pidió que lo hiciera, que contaba con su compañia. Llegamos y me enteré que como albaceas de la condesa iban a proceder a la lectura de su testamento. Se encontraban ya en las oficinas, además de miembros de su personal, unas personas que derramando lágrimas, se adjudicaban lejanos partentescos con la condesa.

Inmediatamente se procedió a abrir un grueso sobre y comenzar a leer su contenido, la condesa dejaba varias e importantes sumas a entidades de beneficencia,y cuantiosas recompensas a todo su personal, y finalmente el resto de su fortuna junto con todas sus propiedades, salvo el palacete de Cortina Dampezzo que serìa destinado a niños enfermos carenciados, me lo legaba totalmente a mí...

Quedé de una pieza sin poder articular palabra, mientras los pseudos parientes indignados protestaban, ya que se consideraban defraudados, los abogados les contestaron que esa era la última voluntad de la condesa, y que podían dirigirse a la justicia si consideraban que estaban en condiciones de efectuar algún reclamo. Yo, sin saber qué decir, fui tomado del brazo por Ameli, quien me conduzco hacia la salida, seguido por esos molestos parientes quienes querían llegar a algun arreglo, recibiendo una parte de la cuantiosa fortuna, Ameli los apartó cortésmente diciéndoles que no era el momento para tratar esos temas, y que recurrieran a donde debían. Ya en el auto, le expresé a mi amigo que yo no quería absolutamente nada, y que dejaba totalmente en sus manos ver cómo proceder. El me mantuvo calmo, ya conversariamos más tranquilos sobre el particular...

jueves, 10 de abril de 2008

La tragedia irrumpe en mi apacible vida

Al rato me miró a los ojos y me respondió: Quieres una respuesta, te la daré y más que ello será un muy buen consejo, aunque en estos momentos pueda más el corazón que la razón.

Voy a hacerte una confesión: yo estuve tremendamente enamorado de María Elena, y aun lo sigo estando, ya que por eso no me he casado, pues nunca pude querer a alguien como a Ella. Noviamos un tiempo y como ya también tengo un fuerte carácter y ella es tremendamente dominante, chocábamos en muchas cosas. Yo pretendía que dejara la bebida, ya que tiene períodos en que abusa de la misma, pero ella lo tomaba a la risa, y a pesar de mi insistencia continuaba bebiendo.

Traté de disuadirla de todos los medios posibles, hasta le propuse matrimonio para ver si podía arrancarle ese vicio. Hasta que un día en que se encontraba con unas copas de más, y volví a reprochárselo me echó de su casa, llamándome maricón, tan luego a mí, desde ese día cortamos definitivamente, y me propuse no volver a verla.

Ahora temo que lo mismo te pase a ti, ten en cuenta que ahora sos famoso y admirado en todas partes, y si dejas de jugar y te casas con ella, pasaras a ser el marido de... en todas partes y aunque tengas una vida regalada y estés junto a la persona que amas, puede ser que pasado el tiempo te arrepientas, cuando ya sea tarde para dar marcha atrás. Piénsalo, Bambino. Todo lo que ahora te digo, es absolutamente por tu bien, ya que te has convertido en prácticamente un hijo mío, a quien quiero entrañablemente, Así terminó la conversación.

Yo dudé, hasta por un momento, si no serían sus palabras por despecho, luego recapacité y reconocí lo dicho por Ameli-Nicolini. Pensé dejar correr el tiempo para tomar una resolución. Tenía, dada mi juventud y falta de experiencia, la sensación de que quizá podría hacer cambiar de actitud a la condesa, pretendiendo que una vez casados me permitiría continuar jugando, así que deje las cosas por ahora como estaban. Seguimos con una larga serie de giras por Europa, llegando a jugar en Rusia contra un equipo que tenía como arquero a un grandote llamado Boris Yelsin, quien estaba considerado como el mejor arquero del mundo.

Efectivamente, dominamos todo el partido, sin poder vencerlo, yo le tiré varias pelotas "envenenadas" que el atajó magistralmente. Ya terminando el partido, vino un centro de Yepetto, y saltamos los dos. Yo aproveché que estaba tapado por su corpachón y lo empujé suavemente hacia un costado, cabeceando la pelota que me había quedado libremente, y convirtiendo el gol de la victoria, que fue largamente festejado. Nadie reparó en mi falta, solamente Yelsin, que terminado el partido, por medio de un traductor y con una sonrisa me llamo "tramposo", yo lo abracé, le pedí disculpas, y ahí nació una amistad que aun recuerdo.

De regreso a Roma, tuve oportunidad de volverme a encontrar con la condesa, quien volvió a reprocharme mis prolongadas ausencias, extrañándome tanto, que no podía concentrarse en sus ocupaciones, ya que pensaba continuamente en mí. Me volvió a insistir en el casamiento, volviendo yo a pedirle que me diera tiempo, ya que todavía no lo tenia decidido.

Esa noche no terminó de manera muy agradable, ya que la condesa no cesaba en sus reproches. Al día siguiente volví a entrenarme y casi al finalizar llego al campo de juego Maria Elena, quien a los gritos me pidió que dejara ese maldito fútbol y me casara con ella. Que si no me arrepentiría para toda la vida. Creo que estaba bebida, ya que Ameli tuvo que llevarla con la ayuda de un periodista que estaba viendo la práctica, hacia su auto, costándoles bastante trabajo ante la resistencia que oponía ella y las amenazas que seguía profiriendo.

El entrenador terminó la práctica, y en silencio nos fuimos a las duchas, regresando cada uno a sus respectivas casas. Yo me fui inmediatamente a dormir, y me costó bastante trabajo lograrlo.

No sé cuándo me quedé profundamente sumido en un sueño hasta que oí grandes golpes en la puerta, fui a atender y me encontré ante Ameli-Nicolini quien me urgía a que me vistiera rápidamente y fuera con él.

Así lo hice, preguntándole qué motivaba tanta urgencia, y me respondió que íbamos para su casa, ya que la condesa había sufrido un accidente, del cual ya me iba a explicar. Yo le pedí que me llevara adonde estaba Maria Elena, él no me contestó, y después de un tiempo me dijo que lo mas prudente era que fuéramos a su casa, y luego me explicaría lo sucedido.

Una vez llegados, Ameli me dijo que tendría que permanecer varios días allí, ya que la situación era mas grave que lo que podía pensar. Ante mi feroz insistencia me dijo que la condesa había sido encontrada por un fiel mayordomo que la fue a despertar, tirada en el piso, ya cadáver, junto a varias botellas de champán y un frasco de barbitúricos, y por suerte lo había llamado a él quien se comunicó con el jefe de policía, amigo suyo, para que silenciaran por el momento la noticia, hasta que pudieran hacerlo figurar como fallecimiento por un síncope. También la C.D. del club estaba haciendo las mismas gestiones, ya que dada la presencia del cronista el día anterior, seguramente yo me vería involucrado en este trágico episodio y era lo que se quería evitar a cualquier costo. Por eso tendría que quedarme unos días junto a Nicolini hasta que se aquietaran los tremendos comentarios que despertaría la desaparición de la condesa junto con mi estrecha relación con ella...

miércoles, 9 de abril de 2008

Paréntesis etílico y rallyano


El viejo bribon, como gran entusiasta de los fierros, se fue con unos amigotes al Rally, poderosa institucion en Córdoba, donde como ustedes saben reside. Y se fueron bien provistos, claro. Aparte del asado -que no pudieron comer por el mal tiempo reinante durante los 3 dias-, tuvieron que darle a otra de las Instituciones cordobesas, el Fernando -Fernet con coca-
Lógicamente, mas fernet que coca. Y el pobre quedo bastante averiado. Pero ya repuesto, continuará mañana con su relato.