lunes, 5 de noviembre de 2007

Un recuerdo lleno de romanticismo

El Viejo Bribon pensaba escribir sobre su infancia, pobre pero tremendamente feliz en la
Boca, más cambio de idea, ya que le sobrevino un recuerdo nostálgico y muy romántico que quiero compartir con Vds.
En mi bastante lejana juventud -deportista destacado- me tocó participar de un torneo nacional de basquet que se realizaría en Bahia Blanca, donde concurrirían hombres y mujeres de casi
todo el país.
Partimos en tren desde Buenos Aires. A poco andar me pongo a recorrer los vagones y al abrir una puerta, me encontré en el otro extremo del coche con la mirada de la niña mas bella que podía imaginar. Nos miramos, y surgió un gran resplandor, fue la única vez que experimenté ese así llamado amor a primera vista.
Me fui acercando hacia ella, sin dejar de mirarnos; no recuerdo que palabras pronuncié, pero ella me hizo un lugar a su lado y todo transcurrió como si nos conociéramos de toda la vida. Viajamos hasta la llegada tomados de la mano y charlando que sé yo de cuántas cosas que no recuerdo, ya que permanecí embelesado contemplándola.
Los varios dias que duró la competencia permanecimos unidos, jurándonos amor eterno; terminada la misma, emprendimos el regreso.
Ella vivía en Córdoba, en un pueblo cercano a la capital, así que nos separamos en Buenos Airess: ella continuó viaje y yo me fui caminando a mi querido barrio de la Boca, no sin antes prometer ambos escribirnos diariamente -recordemos que en aquella época eran escasos los teléfonos ni había tampoco medios rápidos y variados de viajar o comunicarse-.
Cumplimos nuestra promesa, las cartas eran diarias, largas y apasionadas. Pasó el tiempo y yo tuve que intervenir en un torneo en Brasil, allí la correspondencia se fue espaciando, hasta que poco a poco mermó del todo, aunque seguía pensando siempre en ella locamente.
No recuerdo porqué terminamos la relación, a mí me faltó el tiempo para viajar y volver a verla y así, tristemente, me quede sólo con su recuerdo.
Paso el tiempo, me casé con mi fiel noviecita del barrio, aunque comprendiendo que ya no sentía por ella el mismo apasionado amor.
Tanto es así que la noche de bodas, acostado con mi mujer, seguía pensando en mi niña cordobesa, que nunca pude olvidar.
Volvió el malvado tiempo a pasar volando y unos 30 años después me tooó hacer un viaje solo en auto a Cordoba. Pasé por su pueblo, todas las calles con su nombre, y tropecé de pronto con la calle donde ella vivía cuando nos conocimos.
Tenía perfectamente grabado en mi memoria hasta el número de su casa; doblé allí y me dirigí no saben con cuánta emoción hacia aquel domicilio.
Varias cuadras adelante paré, ya que una vocesita me decía: ¿estás seguro de lo que vas a encontrar, a lo mejor seguramente a una señora casada, cambiada por los años, o quizá a nadie? Lo pensé, di la vuelta con el auto y retomé mi camino...
¿Que hubiera hecho usted, amigo lector?
Todavia estoy en la duda sobre si hice lo correcto, ya que aun la sigo recordando, y cada vez con mayor fuerza...

1 comentario:

Mascaró dijo...

Bueno, viejo, qué querés que te diga: esto de hacerle el amor a tu mujer, en su noche de bodas, pensando en otra...
Eso sí, habría que haberle preguntado en quién estaba pensando ella.