sábado, 5 de enero de 2008

Mis progresos en el fútbol.

Fueron tantos y tan vertiginosos los cambios pasados, que dejé atràs muchas cosas, que hoy quiero volver a retormar. Yo había terminado mi ciclo de escuela primaria, y me angustiaba tener que afrontar un presente que se me presentaba muy lejano, y casi imposible, al tener que encarar otros estudios. Dudaba de mi capacidad, y si podría encararlos económicamente. Por suerte contaba con el apoyo y contenciòn de Pedrín y mi hermana, quienes siempre tuvieron apoyo y buenos consejos para conmigo. Mi hermano, por su lado, había apurado su secundario técnico, y no bien recibido, tuvo una importante oferta de una gran cristalería ubicada más al sur de la Boca, donde a poco de ingresar lo pusieron de jefe de una secciòn eléctrica y le dieron una casa dentro de la misma fábrica, para que pudiera seguir desarrollando sus inventos a la par que cumplía con sus trabajos, y a fe que el asunto de sus invenciones le dio muy buen resultado, como veremos más adelante.
Mi madre.
En su juventud había sido muy bella, cualidad que aún conservaba, claro que está que un poco disminuida por los años y la vida llena de trabajo que había pasado. No le faltaban pretendientes, pero ella quería también un mejor destino, hasta que apareció un alemán, capataz de un astillero, y viudo también, propietario de una pequeña casita de material con un jardín al frente y un huerto al fondo, cosas que maravillaron a mi vieja, y luego de un corto noviazgo, contrajeron matrimonio. Yo siempre estuve convencido de que mi madre estaba más enamorada de la casa con su jardín y quinta que del alemán, que por fortuna era un tipo muy sano y buenazo, que le dio muy buena vida. Yo solía ir a verla en cuanrta oportunidad se me presentaba, donde compartíamos muy alegres y cariñosos momentos, ya que mi vida, al ingresar a Boca Juniors, había cambiado radicalmente.

Se me exigió mudarme a una pensión, donde vivían los chicos que venían a probarse del interior y los jugadores de familias muy humildes, también tenia que cumplir siguiendo un estudio, bajo la vigilancia del matrimonio que regenteaba la pensión, y que se convirtieron, mientras permanecí allí, en mis segundos padres, aparte del tutelaje de Pedrín y mi hermana. Así, mi vida transcurría, entre el colegio, las prácticas de fútbol, el estudio y luego de la cena, una pequeña distracción, con algún juego de cartas o ping-pong y a dormir, tremendamente agotado. Recuerdo aquel domingo imborrable que jugábamos contra un difícil rival. Yo tenia de ladero a un tipazo con el cual nos había unido de entrada una gran amistad, compartíamos almuerzos y muchas bromas en las que siempre éramos los primeros. Ese domingo formábamos pareja en el extremo derecho de la cancha. Nos marcaba un negro muy seriote, y ahí se nos ocurrió tomarlo a la joda, cuando tomábamos la pelota, después de eludir al negro se la pasábamos al compañero, diciéndole, “téngala un rato mi viejo, se divierte y me la devuelve”, y así varias veces, hasta que el negro se nos acercó furioso, y nos espetó: “si me siguen cargando van a quedar estrellados contra el alambrado del patadón que les voy a dar”. Suficiente para suspender las cargadas y jugar en serio. En el
entretiempo vino Pedrín todo agitado, para decirme que estaban viendo el
partido unos emisarios de un club italiano, y que estaban interesados en
llevarme a jugar allá. Esto, en vez de ponerme nervioso, me hizo jugar unos de mis mejores partidos. Después de ducharme me citaron para el día siguiente en la sede del club. Allí me informaron de las tratativas y que ofrecían una tremenda suma de dinero por mi pase, cosa que yo jamás hubiera imaginado. Asesorado por Pedrin, aceptamos la oferta, y nos dispusimos a viajar en un gran barco a Europa, ya que Pedrin y mi hermana, me acompañarían hasta dejarme bien instalado. Pedrin, que con la ayuda de mi hermana, había progresado, pertenecía a la Sub-comisión de deportes del Boca, había comenzado con la ayuda y supervisión de Maria Eugenia -mi hermana- a fabricar las camisetas para los equipos, lo que fue prosperando hasta vender la carbonería, y en su lugar poner una fabrica de artículos deportivos, con negocios también para su venta, ya que no solo abastecía a casi todos los clubes que militaban en los torneos de la A.F.A., sino que también vendían a otras instituciones, por lo tanto su situación económica había variado notablemente, ya que también, merced a uno de sus inventos, habían formado otra sociedad con mi hermano, de la cual les contaré mas adelante, así como de la amistad de Pedrín y el Presidente de Boca, y mi viaje hacia mi futuro destino, del cual los tendré al tanto en mi próxima entrega.

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