jueves, 28 de febrero de 2008

El partido en Florencia

Estábamos empatados, cuando un grandote lesionó a Yepetto, que tuvo que ser retirado de la cancha. Después me entere que la lesión no revistaba mucha importancia, y podría jugar el próximo partido, pero me causo tanta rabia que recibí una pelota en mitad de la cancha, y me fui esquivando rivales hasta el arco contrario y allí, con un amague, descoloqué al arquero y convertí el gol de la victoria, faltando segundos para la terminación del partido.

Fue el delirio de los compañeros y de nuestra hinchada, que en gran cantidad nos había seguido a Florencia, así que con gran alegría abandonamos esta tan bella ciudad que me dejo maravillado, pensando si no seria un mágico sueño, ya que de los conventillos de la Boca, había tenido la dicha de conocer tantos lugares para mí desconocidos, y ser admirado por tanta gente, tanto que a veces me pellizcaba para ver si estaba despierto y todo eso era cierto.

Los festejos en Roma fueron medidos, ya que al domingo siguiente jugábamos por el titulo de campeones con nuestro archirrival el Roma. Nos preparamos concienzudamente, entrenando a diario.

Uno de esos días salíamos del Club con Yepetto cuando vimos esperándonos a las dos niñas de Capri. Ante nuestra agradable sorpresa nos saludamos y la que había estado conmigo, me llevo aparte y dijo que tenia que hablarme en privado.

Cuando estuvimos solos me dijo: venia a contarte algo muy importante. ¿Que será? – me pregunte muy intrigado. Después de estar contigo, no tuve relaciones con nadie, y he quedado embarazada. Quedé petrificado, miles de cosas pasaron por mi cabeza. la actitud a tomar, qué pasaría con mi porvenir en el fútbol, en ese momento quise que me tragara la tierra, había quedado petrificado.

Como seria mi cara, que la niña me tomó del brazo y riéndose a carcajadas me dijo que era simplemente una broma: quería ver como lo tomaba. Les juro que me tomó bastante recuperarme, menos mal que Yepetto había tomado la iniciativa y como pensaban quedarse unos días en Roma, las invitó a salir, y a quedarse en su domicilio. Las chicas nos dijeron que lo nuestro ya había quedado en el olvido, y solo habían querido saludarnos y conocer nuestro famoso club. Las hicimos pasear por todos lados, ante los silbidos de admiración de nuestros compañeros, y nos despedimos con un cariñoso beso, ante la traviesa y burlona mirada de mi amiguita, que había advertido mi gran susto...

Para el domingo ya estaba recuperado y esperando ansiosamente el enfrentamiento. Estaba por terminar el primer periodo y no se había abierto el tanteador, cuando me pasan una pelota cerca del medio de la cancha, levanto la cabeza y lo veo a Yepetto con el brazo en alto salir disparado hacia el arco rival, de entre un montón de piernas, me salio un magistral pase que dejo a mi amigo a solas con el arquero a quien no tuvo dificultades en hacerle el gol de la victoria.

Fue el delirio, parecía que se venia el mundo abajo. En el descanso, el entrenador nos pidió que cuidáramos la ventaja que nos aseguraba el campeonato, y a mí me recomendó que tuviera la pelota, pero sin hacer ninguna travesura, y así finalizó el partido: nos clasificábamos campeones después de muchos años de espera.

Esa noche media Roma no durmió festejando el triunfo y la otra mitad lloró frustrada. La semana paso entre grandes agasajos, entrevistas, pero todo muy medido ya que, ¡otra vez! nos faltaba la gran final por la copa Europea con un equipo alemán. Sería la primera vez que nuestro Club conseguía los dos triunfos mas grandes del fútbol Europeo. Nos tenia muy en vilo ese partido ya que sería en Alemania y ante un duro rival. Ypetto y yo, y todo el equipo estaba en perfectas condiciones esperando el partido. Un par de días antes viajamos en tren hacia nuestro destino, ya que queríamos conocer el estadio y tener tranquilidad antes del partido.

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