viernes, 14 de marzo de 2008

La Condesa María Elena

Mientras esperaba el regreso de la condesa -para mí toda una sorpresa-, y sin darle mayor importancia a las palabras de Ameli-Nicolini, pensaba a dónde habría de ir, ya que la C.D. del club nos habia concedido todo el mes de licencia, junto con una jugosa recompensa en metálico por los logros obtenidos.
Yepetto iría a la campiña a visitar a la familia, en cuyo pueblo se comentaba estaban preparando un gran recibimiento, nombrándolo ciudadano honorario y otros homenajes.
El quería que lo acompañara, y aunque me agradaba la idea, me pareció que sería opacar un poco su momento, ya que como yo estaba considerado por todo el mundo el mejor jugador de Europa, con tapas en cuanta revista y diarios de la época se publicaban, posiblemente la atención se desviara más hacia mí, de modo que muy amablemente deseché la invitacion.
También Ameli-Nicolini partiría para Suecia, donde tenía negocios que requerían su atención. Me invitó repetidas veces a acompañarlo, lo que tambien deseché, porque podía ser un estorbo en sus entrevistas.
De manera que me quedaría solo en Roma, ya que mis compañeros de equipo también partirían hacia distintas direcciones.
Estaba muy ensimismado con esos pensamientos, cuando me tomaron del brazo. Era la condesa, ya de regreso, que me miraba sonriente, irresistible con ese hermoso y ajustado vestido, que hacia juego con sus magnificos ojazos. Nos miramos a los ojos un largo rato, como dos enamorados. Por mi parte, creo que ya lo estaba. Me llevó a la pista de baile, danzamos muy juntos, sentía... bueno, todo lo que se siente cuando uno tiene a una bellísima dama entre sus brazos, y percibe flotar su aliento cerca, y sus pechos muy juntos. Estaba flotando sobre una nube, deseando que ese instante fuera eterno.
En ese momento la orquesta comenzó un tango, el clásico tango europeo, tan distinto de las milongas del Honor y Gloria. Sabiendo lo que vendria, di los primeros pasos, y cuando luego de unos compases la orquesta hizo una pausa, la condesa quizo echarse hacia atras, tal como se estilaba, la tomo fuertemente de la espalda impidiendo ese movimiento, para mi ridículo.
Me miró intrigada, y le expliqué que así no bailabamos nosotros el tango:
-Ya lo sé, tontito-, me dijo, pasando sus dedos por mi mejilla. Y riéndose, me llevó hacia una mesa, tomó dos copas, y me guió hacia el jardin, especialmente decorado para esa fiesta.
Nos sentamos en una especie de glorieta toda cubierta de rosas de todos los colores imaginables, y con una fuente en el medio, en la cual llenó las copas ofreciéndome una, ya que los chorros de la fuente eran nada menos de un delicioso champán. Tomando mi mano me dijo:
-Ahora mi querido Bambino, me contarás toda tu vida hasta que llegaste a Roma-. Yo, que estaba extasiado con su presencia, y su trato para conmigo, comencé a hablar sin pausas de mi infancia en la Boca, de las casas de chapas de zinc, de su Riachuelo, lleno de barcos y astilleros... Ella me interrumpio:
-Conozco todo eso, ya que he estado en Buenos Aires, tontito.
Yo, embalado, continué con los bailes y el fútbol en Honor y Gloria, mi pasaje al Club Boca Juniors y la llegada de Ameli-Nicolini, que fue quien me trajo a Roma. Lo demás ya era conocido. Ella frunció el ceño y me preguntó:
-¿Conoces a ese personaje?
-Por supuesto, respondí, ha sido mi protector y lo considero además de gran amigo, un verdadero padre para mi.
Se estableció un silencio, que aproveché para preguntarle:
-Ahora te toca contarme algo de tu vida. Si es cierto que eres condesa, y todo esto te pertenece. Ella se hecho a reír y me dijo:
-Todo esto y muchísimo mas, que ya iras conociendo. Mis antepasados fueron desde piratas, obispos, cardenales, grandes comerciantes, siempre bajo el amparo o la tutela de la realeza de turno, y así lograron amasar una tremenda fortuna, de la cual soy única heredera, y a pesar de lo que ves, continúo dirigiendo alguno de esos negocios con cierta habilidad, ya que mi patrimonio sigue creciendo.
Terminada la charla, me tomó de la nuca, y me besó ardientemente. Aunque fue una sorpresa, respondí con la misma pasión. Estuvimos abrazados un largo tiempo, hasta que ella me tomó de la mano y me dijo:
-Vamos a mis habitaciones. Yo en principio me negué. ya que despertaríamos las habladurias de medio Roma. María Elena me traquilizó:
-No nos verá nadie-, y me condujo a la parte mas sombría del enorme parque, donde había una puerta muy bien disimulada. La abrió con una llave que tenia y me condujo por unos pasadizos hasta una escalera que conducia a los dormitorios. Llegados al suyo, me hizo permanecer oculto, y llamando a una criada, le pidió que no la molestaran hasta el dia siguiente, y ordenó la disculparan ante los invitados, ya que estaba descompuesta y por ello se había retirado a sus habitaciones.
Pasamos la mejor de las noches, todavía lo recuerdo. Inexperto e ingenuo, ya estaba enamorado locamente, y creo que a pesar de las damas que tuvieron luego relaciones conmigo, aun sigo recordándolo intensamente. Cuando despertamos,me tomó entre sus brazos y me dijo:
-Mañana partimos hacia Cortina D'ampezzo.
-Pero, ¿y todos los chismes que va a despertar esto?
-Nadie se enterara, ya que iremos a un chalet solitario que poseo en las cercanías...

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