miércoles, 5 de diciembre de 2007

La Pesca.

La pesca era toda una ceremonia con grandes preparativos. Como carecíamos de todo lo mas elemental para practicar ese deporte, buscábamos una rama
flexible, a la que agregábamos un hilo lo bastante fino y fuerte y en la
punta el anzuelo de nuestra fabricación, con un trozo de alambre, al que dábamos forma y pulíamos en los adoquines de la calle principal. Con un tacho de lombrices, nos dirigíamos a un lugar bastante alejado y tranquilo, lleno de sauces y con poca correntada, siempre sacábamos algún bagre u otro espécimen, que era rigurosamente regalado a quien correspondía por un orden ya preestablecido de antemano. Ese día había ido el Dieguito, un chico no muy afecto a la pesca y que prefirió volver a nadar. Había una especie de gran olla con quietas aguas que corrían mansamente entre unos espesos camalotales, lugar privilegiado para bañarse. Allí se zambulló el Dieguito, gran amigo y admirado por nosotros, ya que tenia la habilidad de esconder la mano dentro de la manga de su raído pulóver y fingiéndose manco iba por los bodegones pidiendo alguna moneda, que siempre obtenía de algún desprevenido marinero, ante las risas de los habituales comensales que ya conocían la treta. Como todos sabíamos nadar, nadie prestó atención y continuamos atentos a la pesca, matizada siempre con algún chiste aprendido del diariero que a su vez lo escuchaba de algún cliente en su habitual recorrido, ya que no existían los kioscos de venta y ésta se efectuaba a domicilio, o en la esquina donde paraba el canillita. Cuando había pasado un largo rato, caímos en la cuenta de que no veíamos al Dieguito, comenzamos su búsqueda a los gritos por los alrededores y luego, ya más alarmados, comenzamos a tirarnos al agua, nadando por debajo del agua, hasta que lo encontramos aparentemente desvanecido entre las raíces de los camalotes. Lo sacamos a la orilla, y mientras algunos le hacían respiración artificial, otros corrieron en busca de auxilio, cuando llegó un marinero de la prefectura, trató de reanimarlo, pero ya tenia un color azulado, y no respiraba. Pasó un largo tiempo antes de que volviéramos nuevamente a pescar...

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